Leyenda del terror: la mansión Rose Hall en Jamaica
La antigua casa colonial Rose Hall en Jamaica es una de las casas embrujadas más famosas del mundo, en ella se esconde un terrible crimen acontecido en 1830 y apariciones fantasmales
La mansión Rose Hall en Jamaica es una de las casas embrujadas más famosas del mundo. Además en la zona del caribe la historia de este lugar es muy conocida por su larga sucesión de hechos de sangre y horror, y apariciones fantasmales que continúan aún hoy en día.
La mansión fue construida por el rico terrateniente John Palmer, en el siglo XIX. Palmer conoció a su futura esposa Annie Mae Patterson en 1820, y poco podía imaginar que tras casarse con ella, su joven esposa le acuchillaría hasta matarlo. A John Palmer le sucedieron otros dos maridos; el segundo fue envenenado, el tercero, estrangulado. Siguiendo las órdenes de Annie, algunos esclavos sacaron los cadáveres a través de secretos pasadizos subterráneos y los enterraron bajo la arena blanca de la playa.
La mansión Rose Hall
Dentro de su plantación de Rose Hall, Annie Palmer tuvo poder absoluto, y lo utilizaba de forma arbitraria, cruel y sangrienta. En la mazmorra situada en los sótanos de la mansión torturaba a los esclavos indisciplinados con total impunidad.
Algunas noches las propia Annie salía a caballo a perseguir a los que no cumplían el toque de queda. Las presas de la amazona eran encadenadas, marcadas a fuego y devueltas a su barracón.
Annie infundía en los esclavos un temor que iba mucho más allá de lo físico; podía infligir un daño peor que la laceración del látigo y el dolor punzante del cuchillo. Annie Palmer, la refinada señorita blanca, había aprendido en Haití los secretos del Vudú, convirtiéndose en una poderosa hechicera. Utilizaba su magia contra todo aquel que se interpusiera en su camino, bien fuese una rival en amores o algún vecino molesto, y cuentan que llegó a sacrificar niños para usar sus huesos en rituales.
La tumba de Annie Palmer
La rebelión de los esclavos llegó también a Rose Hall. Al fin la ira fue más fuerte que el miedo: una partida de insurrectos entró en la mansión, subió las grandes escaleras e irrumpió en la habitación de Annie Palmer. Tras matar a Annie, alias la Bruja Blanca, desfiguraron su cadáver y lo arrojaron por la ventana. Un vecino enterró sus restos en una tumba sin señalar, en tres de cuyos lados alguien colocó tres cruces para contener el poder de la hechicera. El cuarto lado quedaba libre, de tal forma que su espíritu podría salir a vagar por la Tierra cuando desease.
En 1931 H. G. Lisser escribió una novela sobre la leyenda titulada The White Witch of Rose Hall.
Se cuentan por centenares los testimonios de turistas y otros visitantes que han visto con sus propios ojos al espíritu de La Bruja Blanca en esa mansión y muchos más los testimonios de los que han sentido el profundo odio y desprecio que se percibe en el que era el dormitorio de la señora Palmer.
Lo más tétrico de la historia es que cuentan que durante los trabajos de restauración aparecieron manchas de sangre en las paredes de una habitación, precisamente aquella en la cual Annie Palmer habría acuchillado a su marido.