El hecho tuvo lugar el 29 de Septiembre de 1988, aunque fue dado a conocer sólo varios años después, en 1993. Ahora, recientes investigaciones realizadas por Encarnación Zapata García, una ufóloga española afincada en Brasil, han arrojado nueva luz sobre este episodio.
Todo comenzó cuando dos chicos encontraron, en un islote de la presa de Guarapiranga ubicada en la ciudad brasileña de Sao Paulo el cuerpo de un hombre cuyo rostro y cuerpo habían sido horriblemente lastimados. Vestía tan sólo unos calzoncillos y los forenses indicaron que no debía haber muerto hacía mucho tiempo, ya que el cuerpo estaba aún flácido y bien conservado.
La parte superior del rostro del cuerpo había sido lastimada y los ojos arrancados, al igual que una parte de las orejas, la lengua y otros músculos bucales. Entre los dedos de las manos y pies se encontraron perforaciones de hasta dos centímetros de diámetro.
La piel del rostro fue cortada en una sección rectangular y sobre los restos de carne había sido untada una sustancia de color negro que no pudo ser analizada e identificada.
Lo más extraño del hecho es que el cuerpo no presentaba restos de sangre y se encontraba vacío de vísceras. Los forenses indicaron en el atestado que los órganos internos fueron extraidos, presuntamente a través de los dos orificios de las axilas.
Como si fueran pocas todas las atrocidades sufridas por la víctima, de su cuerpo se había arrancado también la bolsa escrotal izquierda, mientras que la uretra del pene se hallaba bastante dilatada y ensangrentada, como si le hubieran introducido una sonda. Paralelamente, había desaparecido todo rastro de vello, tanto en el pubis como en las axilas. Parecía como si le hubieran preparado para cirugía.
En la ingle izquierda había un corte perfectamente elíptico, no muy profundo. Su orificio anal había sido sustraído mediante una incisión de 15 x 8 cm. El cuerpo no presentaba indicios de haber sido atado antes o después de su muerte y tampoco se encontraron señales de estrangulamiento. Al parecer, lo único que quedó dentro de la víctima fue un pedazo de pulmón, que fue cortado como si se tratase de mantequilla.
Aunque parezca increíble, hay otro punto de esta investigación aún más espeluznante y sospechoso: los médicos determinaron que la víctima fue torturada y se encontraba aún con vida cuando sus órganos fueron cortados y arrancados por un método desconocido. Según nos comenta el forense Jorge Pereira dijo: Nunca había visto un caso semejante. No se descarta la teoria que la persona haya sufrido una abduccion.